Estela, 70 años, es profesora jubilada, hipertensa controlada. Viuda, vive sola, durante el día la ayuda una persona en labores de lavado y limpieza. Se desenvuelve bien en las tareas habituales de casa, compras y sociales. Observa que últimamente se olvida de las cosas, aunque no es frecuente; está preocupada pensando que tal vez tiene Alzheimer. Relata “voy a la lavandería y no me acuerdo para que, y después de un ratito recuerdo”. Visitó al doctor quien, luego de evaluarla y revisar los exámenes auxiliares, le dijo que no tenía demencia, que lo que presentaba era “envejecimiento cerebral”. El médico además de darle pautas de prevención, le explicó que la presencia solamente de olvidos no significa tener demencia ni Alzheimer.
Los cambios que ocurren en la memoria como consecuencia del envejecimiento no interfieren en nuestra calidad de vida ni en nuestras actividades. Debemos preocuparnos si esos olvidos aislados, sin mayor relevancia, se hacen frecuentes e importantes y si alteran las labores cotidianas, nuestra actividad laboral o familiar. Podemos olvidarnos donde puse un llavero que no uso con frecuencia pero no podemos olvidarnos a cada rato la clave de mi tarjeta del banco ni de recoger todos los días a mi pareja de su terapia física. Con frecuencia los olvidos se asocian a problemas en la orientación. Alguna vez hemos confundido una fecha, si es 13 o 14 de Abril, lo que no es relevante. Lo que si debiera preocuparnos es olvidar el mes o año en que estamos o desorientarse en calles o zonas que conocemos desde hace años. Dra. Mariella Guerra Arteaga PhD - King's College, London CMP 15641
0 Comentarios
|